"La multicultura siempre es una riqueza"
Explica los desafíos de dirigir una escuela en la que conviven niños bolivianos, peruanos, paraguayos y argentinos. La experiencia del trabajo en comunidad y política inclusiva.
Sergio Di NucciHace cuatro años que Guillermo Laurino es director de una escuela pública que, por sus características, representa uno de los laboratorios más "químicamente puros" para observar y comprender la riqueza de la Argentina multiétnica 2014. "La escuela en que trabajo está en el Barrio Cildáñez, en Parque Avellaneda. Los alumnos son, en su vasta mayoría, provenientes de los países limítrofes, asentados y radicados en el país. Un 70% de los chicos son de origen boliviano, un 20 paraguayos, y un 10 peruanos. Los alumnos argentinos que tenemos son segunda o tercera generación de esos países, sobre todo de Bolivia", explica. Este hombre de 52 años, divorciado con hijos y nietos, vive en el centro y, día a día, viaja hasta el Cildáñez, en el sur de la Ciudad, donde permanece desde las 8 de la mañana hasta las cuatro, cinco, seis de la tarde en la escuela que adora, porque aprendió a amarla. ¿O amaba ya de antes un lugar así? "Yo venía militando en la Iglesia en los '80, y me gustó mucho todo lo que era alfabetización en los sectores que más lo precisaban. El paso siguiente, con la democracia, fue estudiar la carrera docente. La docencia, entonces, un paso por el gremialismo, y bueno, acá estamos", responde Laurino, de pie, en un descanso. Habla rápido –la inteligencia a veces requiere un modo de expresión acorde a los destellos mentales–, con un humor lapidario que no admite la imbecilidad de un interlocutor, porque si aparece se ensaña con ella –como padeció este cronista–. La escuela que dirige Laurino es la Nº8, bautizada con el nombre de Reino de Thailandia –"un nombre curioso, ¿no?", ríe él, indescifrable (ya uno no se atreve a nada más, con este hombre)–, sobre la calle Homero al 2100. Entre otras iniciativas que animó este director desde 2000, se cuenta una central: cuando Fabio Oliva se acercó a presentarle la iniciativa de los vecinos e instituciones para conformar la Red Intercomunal Cuenca Cildáñez (RICC), las puertas del colegio se abrieron para transformarse en un actor fundamental y comenzar a construir soluciones concretas a la problemática de la terrible inundación de abril 2013. "La inundación sigue desde luego presente, y no hay pedagogía que alcance –dice Laurino, aludiendo a la batería de actividades generadas al interior del colegio, incluido un mural compuesto por alumnos y profesores erigido en la esquina–, porque cada vez que llueve, el silencio en el barrio es monstruoso." El trabajo y el compromiso continúan pero hoy ya cuentan con un mapa de riesgo para mitigar las inundaciones y está muy avanzada la conformación de una Mesa de Gestión de la Cuenca Cildáñez que formalice el trabajo asociado reconociendo a la comunidad como un actor fundamental en la planificación y gestión de las políticas públicas –¿Qué otros desafíos existen en la escuela? –La multiculturalidad siempre es una riqueza. Ahora bien, en términos de accesos materiales, en el barrio hay pobreza, que se debe a cuestiones estructurales de nuestros países. Ves pobreza, que es difícil de erradicar, pero también ves una enorme riqueza cultural. Por acá, en la escuela, y en el barrio, se habla guaraní, aymara, quechua. Desde luego enseñamos inglés, pero promovemos las lenguas originarias de los chicos que las hablan como lenguas madres. Lo que venimos haciendo desde hace años es incluir a través del baile, con los padres y los alumnos. Armamos grupos muy heterogéneos, que tienen como objetivo compartir el conocimiento de las danzas de los países. La marinera peruana, la morenada y el tinku bolivianos, la polca del Paraguay, y además los chicos aprenden a bailar tango. Los encuentros incluyen, además, las artes culinarias, las comidas típicas de los países. Y dio resultado, porque ahora los chicos no se avergüenzan más de sus idiomas, y lo hablan con naturalidad. –Hay quienes deploran el tipo de escuela que dirigís, que se apoya en la comunidad, y no en la herencia de una educación clásica, neutral, ajena a los vínculos comunitarios. –Existen contenidos que no pueden dejar de ser escolarizados. Un contenido matemático se puede y debe escolarizar, pero cuando ese contenido matemático se une a los registros de la lluvia, de las inundaciones, o el cambio climático, se está haciendo un trabajo comunitario, y se debe acudir a una visión más social, o política en términos amplios. La escuela aséptica no le hizo bien a nadie, porque el pibe no se encuentra en la escuela, como se nos repitió siempre, con su "segunda mamá", ¡sino con el primer agente político! El docente debe estar a la altura de ese encuentro.
http://tiempo.infonews.com/nota/136185/la-multicultura-siempre-es-una-riqueza
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